Texto Curatorial
Mirar, memoria
La memoria hay que provocarla. Sacudirla con fuerza, agitarla y dejar que todo se mezcle. Esa alteración será, en un primer momento, un gesto violento, agresivo. Luego, será necesario acercarse con ternura. En un tiempo lento, lentísimo incluso.
¿Una cadencia del desorden?
Para detenerse y esperar con paciencia la oportunidad de una intervención material, corporal, sobre la memoria. Es un gesto de apertura, para des/hacer archivos que se han vuelto discurso, narrativas que olvidan las huellas corpóreas. La memoria no es inocente. Tampoco la mirada, mucho menos quien mira.
Provocar la memoria será también una ocupación de espacio. La apertura hacia una geografía sensible, errática, permeable y cambiante.
Por el paso del tiempo, ¿el viento?
¿Cómo aparece la memoria en el cuidado?, ¿quiénes cuidan?, ¿a quién?
¿Y el tiempo?
¿Acciones de maternar?, ¿qué disposición del cuerpo proponen?, ¿desde que marcas, recuerdos y saberes se transitan?, ¿es posible bailar mientras tanto?, ¿es algo que se cuenta? , ¿quién escucha mientras tanto? , ¿quién está mirando?
El trabajo de Gabriela Rivera Lucero surge de un proceso de cuidado, diversas formas de abrirse paso en la memoria individual, para devenir colectiva. Desde preguntas sobre lo propio y lo personal, abre un interrogante sobre la fotografía, interpela la imagen, invita al fantasma, propone acercarse a lo borroso del recuerdo. Reconstruye caminos desde pasos imprevisibles, da lugar a la incertidumbre y, con inmensa curiosidad, invita a la sorpresa, al encuentro en movimiento, a la experiencia compartida donde cada quién ofrece una historia, múltiples recorridos, infinitas formas de acceder al recuerdo y mirar de cerca.
Una poética para otras memorias
Andrea Beltramo Fernández